Discover the Rainbown Mountain
YASSER SILVA
También conocida como montaña 07 colores se ha convertido en estos últimos años en unos de los destinos más visitados por los viajeros que visitan Cusco, por su puesto luego de la visita obligada a la Ciudadela de Machu Picchu.
Pero ¿Que son estas famosas montañas?
La formación de estas montañas se remontan a hace más de 200 millones de años por las fricciones de las placas tectónicas que formaron la Cordillera de los Andes – la placa del Pacifico contra la placa de América del Sur. Además que muchos efectos metereológicos afectaron la apariencia de las montañas tales como el viento y la lluvia.
Hubo diferentes capas de mineralógicos o tipos de suelo con una riqueza tremenda de minerales sedimentos de roca como areniscas, halitas, grabas, calitas que van los colores desde ocre, verde, amarillo mostaza, blanco entre a otros minerales. Estos minerales se fueron compulsando unos entre otros uno encima de la otra hasta quedar en forma de capas de diferentes colores.
En la actualidad y por causa del cambio climático estás montañas que hace muchas décadas estuvieron cubiertas de nieve, se ven ahora descubiertas y mostrando su inusual belleza al mundo.
La Ruta: Obviamente aprovechando nuestra visita a Cusco no podíamos dejar de conocerla para contarles nuestro recorrido, nos dimos con la sorpresa que hay varias montañas de colores y que existía una nueva ruta con muchísimo menos densidad de personas para conocerla, un menor tiempo de caminata y que al parecer esperamos se comience a ofrecer a los viajeros con mucho más responsabilidad de manera tal que podamos reducir al máximo nuestra huella por estos bellos lugares y también lograr un impacto positivo en las comunidades que lo rodean.
Empezamos el recorrido a las 07:00 horas a.m. aprox. que nos da el tiempo suficiente para tomar un robusto desayuno en el Hotel y emprender el viaje, salimos con rumbo sur dejando la hermosa ciudad del Cusco, la misma ruta que tomaríamos para ir hacia Puno donde se encuentra el Lago Navegable más grande del Mundo “Lago Titicaca”.
Tenemos carretera asfaltada durante las próximas 02 horas, en el camino el horizonte parece una bella pintura viva, tenemos hermosas montañas andinas, a ambos lados de la ruta y sobre el margen derecho avanza silencioso en sentido contrario el imponente Río Vilcanota, que más adelante se convertirá en el Rio Urubamba, muchos árboles de Eucalipto rodean las casitas hechas de adobe con sus techos a dos aguas, y puedes muy cerca también ver algunas apacibles lagunas como la de Huarcarpay y Urcos que complementan de manera casi perfecta este indescriptible paisaje.
Hacemos una parada en el pueblo de Checacupe para estirar las piernas y aprovechar en hacer algunas compras para la aventura que nos espera, nada de otro mundo botellas de agua, chocolates y todo aquello que te sirva para engañar al estómago. Este pintoresco pueblo nos sorprende con sus atractivos pues posee 02 puentes muy antiguos que cruzan el Río Pitumarca, un puente colgante inca, un puente colonial de piedra de un arco. También tiene unas de las más bellas iglesias de la ciudad de Cusco, construida en el siglo XVII. La iglesia se encuentra junto a una alta torre cuadrada y en su interior destacan antiguas pinturas murales que representan a diferentes personas del santoral, cuadros de la escuela cusqueña del artista Diego Quispe Tito y un espectacular altar de tipo churrigueresco con pan de oro.
Continuamos nuestro recorrido al sur y tomamos un desvío a la izquierda de la carretera, en este punto, es donde dejamos el camino asfaltado y empezamos el recorrido en trocha carrozable por alrededor de 01 hora y media, a ambos lados del camino tendremos comunidades campesinas, terrenos de cultivo como el maíz predominantemente, el paisaje comienza a cambiar y seguimos ascendiendo con nuestro transporte, a nuestro paso curiosas llamas, alpacas y vicuñas son testigos de nuestra llegada, nos dedican unos solo unos minutos pero no pierden más tiempo ya que están ahí para alimentarse de los pastizales, en su hábitat natural La Puna (piso ecológico entre los 4100 y 4800 m.s.n.m.).
Ingresamos a la comunidad de Palccoyo, impresionantes andenes naturales rodean el paisaje, el cultivo de la papa orgánica y el pastoreo del ganado ovino y de camélidos son su principal actividad económica, vamos avanzando y el sol cada vez más intenso comienza a asomarse por la ventana de la camioneta, eso no impide que muchos amables comuneros hombres y mujeres organizados estén arreglando sus caminos con picos y palas, quizás para evitar problemas y puedan sacar e intercambiar sus productos con otras comunidades sin mayores inconvenientes y también porque no para ayudar a que los visitantes que empiezan a conocer estos parajes escondidos tengan un viaje más a gusto.
Llegamos al punto final del recorrido con el transporte, y es desde este punto que empezamos la caminata, será que maravillados por los colores de esta escena que no hemos tenido tiempo en reparar en el soroche o mal de altura.
Desde un inicio sabemos que valió la pena la espera, estamos rodeados de montañas de color ocre y otras de color verde, a cada paso que damos, un viento fresco y absolutamente puro nos golpea en el rostro, el camino es semi llano y su pendiente es generosa. Unas torres de piedra dibujan el paisaje sobre nuestra mano izquierda como testigos petrificados de otros tiempos cuando todo este lugar era parte de un océano primitivo.
Hemos hecho apenas de una caminata de 40 minutos y estamos llegando al punto más alto del camino, todos nos quedamos sin palabras tenemos al fondo la imagen del Apu Ausangate con sus más de 6300 m.s.n.m. es uno de los nevados más importantes del Perú, ya que cada año es escenario de una de las festividades más importantes y ancestrales conocida como el Qoyllur Rit´i (en quechua nieve de estrellas) donde miles de peregrinos visitan la montaña.
A mano derecha se encuentra el motivo de nuestra visita, la Montaña Arcoiris formada por una variedad de minerales que han aportado un color distinto al suelo haciéndola única. Abajo, decenas de alpacas y vicuñas se alimentan en sus faldas. Arriba, el cielo que no podría ser más azul nos da la bienvenida.
Luego un tiempo para pensar, meditar y disfrutar del momento. Tomamos muchas pero muchas fotos y es que en estos lugares no hay foto que salga mal. El guía y una ligera lluvia nos avisan que tenemos que emprender el retorno, recordamos que no hemos almorzado y eso quizás apura nuestros pasos. Jacinta es la dueña de casa y nos espera con un reponedor mini buffet.
Ya en la pausa del almuerzo hay un silencio e imagino que cada uno de los viajeros sabe que siempre que lo importante no será el destino, sino aprender a disfrutar del camino lo que hace que un viaje valga la pena.